miércoles, 10 de agosto de 2011

BlaBla

Bueno, a veces uno se queda sin cosas por decir. 
Gracias a Dios, no? Que eterno sufrimiento el sentir que uno jamás va a terminar de decir todo lo que tiene para decir. Peor si uno imagina una lista de tópicos sobre los que nunca va a llegar a opinar, porque en algún momento el silencio tendrá que llegar. 
No hablar de la revolución rusa, de los fideos pegados, de la caspa, de farmacity, del porqué de los anillos, del porqué de las decoraciones corporales, del porqué de la política, del olor de la caca del gato, del pelo y de la depilación, por ejemplo. El tema está en el decir como acción, o como axioma. Toda conversación no es una conversación.
Entonces, por más amplias, deliciosas o importantes sean las temáticas de la lista, cualquiera de ellas va a tener una importancia igual a cero. Y es que a veces, la ausencia de sonido tiene tanta o más presencia que cualquier palabra evocada. 

Pero sólo a veces, mientras tanto sigamos haciendo que estamos teniendo una de esas conversaciones profundas, intelectuales y complicadas, dale. 

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