jueves, 11 de agosto de 2011

Es sólo una cuestión de

No, no pintarte las uñas no te da actitud. Perforarte la nariz, la ceja, el pezón o la lengua tampoco (el clítoris tal vez un poco sí). Escuchar música animada y caminar velozmente con tacos por la calle, no va a lograr que la gente te mire con respeto y admiración. Una chaqueta de cuero y un par de anteojos de bobe no son los elementos que necesitas para plantarte y marcar presencia. La actitud, es una mentira. Es un personaje, como esos que leemos en los cuentos. Es como una nube que se posa sobre uno, y así uno pretende autoengañarse y decir sí, ahora soy canchero. Por más fotos con flash que te saques, por más raros que sean tus amigos a la hora de posar, lo único que importa sobre vos, es qué es lo que te pasa en los momentos lavados. Y por esos momentos, me refiero a aquellos en los que la persona prevalece por sobre el sombrerito estilo Chaplin que te quisiste poner. Esa persona que disfruta las milanesas de su mamá, que llora con su gata enferma, que se ríe de un capítulo de Los Simpsons, que sin previa decisión sobre si es o no cool, ayuda a subir al colectivo a una vieja endeble. 
Son pocos sí, esos momentos en los que aparecen las personas. 
O quizás son pocas las personas.

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