martes, 16 de agosto de 2011

Luz de lluvia

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Era rápido su caminar, no importaba si se caía el mismisimo cielo, esta vez no podía llegar tarde. Mientras esperaba el colectivo, se dio cuenta que su calzado no era el adecuado para tamaña cantidad de estrés. Llega, sube, uno veinte por favor, se sienta, y ansiosa espera. Veinticinco minutos después de la hora pautada estaba entrando en el punto de encuentro. El por supuesto ya estaba ahí, con un café puesto y un libro en las manos. Bueno, hablemos. Bueno, dale. Cómo estuviste? Bien, pero no nos detengamos en habladurías inútiles. Sí, tenes razón, te pido disculpas. Miraba su camisa desarreglada y la ausencia de un botón en su saco cuando le propuso comenzar por arreglar los horarios. Eh sí, claro, bueno como ya sabes yo tengo todas las tardes ocupadas con clases por suerte. Ah volvieron tus alumnos? Mirá que bien, bueno yo tengo libre hasta las cinco que entro en la facultad. Volviste a dar clase allá? Pero si no te pagan un mango. Si volví pero como jefa de cátedra; te decía yo puedo llevarla a ingles y a canto. Bueno, eso es miércoles y viernes no? Yo me arreglo un par de horarios y la paso a buscar, los miércoles te la dejo en tu casa y los viernes me la llevo yo, te parece? El diálogo sobre el plan de vida al rededor de las actividades de una nena de doce años siguió a lo largo de 3 cafés y una medialuna cada uno. En alguna pausa publicitaria ella intenta detenerse, respirar y no dejar que la situación la agobie. 

Espero no quedar desubicado, pero la verdad es que estas muy linda. Ay callate que tengo el pelo terrible, esta humedad no me favorece. Te equivocas, nunca te ví tan hermosa, como con esta luz de lluvia.

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